Hoy he tenido una reunión para un importante proyecto a realizar en un importante Ayuntamiento de la Comunidad de Madrid. Una vez finalizada la misma y aprovechando la proximidad me he acercado a la oficina de intervención a ver cuándo demonios voy a cobrar una factura emitida en marzo de 2007. Desde allí me han mandado a tesorería y es allí donde he recibido las diferentes noticias:
- Nuestra factura se recepcionó a finales del mes de marzo y fue tramitada por la concejalía correspondiente a principios del més de abril.
- Intervención tramitó la factura en el mes de Septiembre, es decir ¡¡¡CINCO MESES!!! después.
- A tesorería le ha llegado hace nada, es decir ¡¡¡SEIS MESES!!! después que es el tiempo que han tardado en intervención en introducirla en el sistema y enviarla a la otra oficina que dista exactamente ocho escalones. Aqui lo del sistema informático es una utopía o eso parece.
- En tesorería me han dicho que es posible, pero no seguro que en dos meses me paguen.
Lo mejor de todo han sido las palabras de la funcionaria de intervención que se agarraba a que hay muchas facturas. Aqui pueden ocurrir tres cosas, que falte gente o que los que hay sean unos inútiles, o que el Ayuntamiento esté bajo mínimos en el banco. Incluso se pueden dar las tres juntas con el factor agravante de que el concejal responsable pase.
En mi caso son mil seiscientos euros, pero según me ha dicho el funcionario, si fuera una cantidad de unos sesenta mil euros, la cosa sería aún peor, es decir que:
- Les proveo del servicio o producto
- Les financio durante trece meses de momento.
- Me arruino
- Cuando me paguen entonces pagaré yo mis deudas.
- Seguiré arruinado
Si otros Ayuntamientos vecinos de este, con la misma población puede hacerlo, ¿Por qué este no puede?
Lo siento, los bancos y las financieras en la calle principal del pueblo y yo a partir de ahora con esta entidad 18% de recargo en la factura, más el IVA correspondiente.
Como quiera que todo el mundo hace lo mismo, la incompetencia y la mala gestión le va a salir al Ayuntamiento por un pico, pero qué más da. Los apoltronados siguen en su sitio jugando a gobernar.